CUANDO LAS PERSONAS NO VALEN NADA




Sí, es Costa de Marfil. Sí, en el mes de abril de 2011. Sí, a las personas se las quema por el mero hecho de ser cristianos o animistas. Sí, por no ser de los suyos. En este caso por no ser musulmanes. Sí, es real, no es ciencia ficción ni una película de cine hiperrealista. Es la pura y cruda, muy cruda, realidad.

Lo que más me impresiona es la pasividad de los que nos hemos erigido en guardianes de los Derechos Humanos y, se supone, que de las personas. He ahí a Francia. La supuesta defensora de los supuestos ideales de la Revolución Francesa. He ahí su apoyo incondicional a los que queman y a su presidente. ¿O es que los ideales de la Revolución Francesa se quedaron en la guillotina? ¿No será esa guillotina el laicismo renovado que estos días se vuelve a postular en el parlamento del vecino país galo?

Son preguntas para las que no tengo respuestas claras. Pero sí sé que toda persona tiene un valor absoluto, una dignidad ontológica que es inviolable y todo aquel que la viola, sin dejar de ser persona, es un genocida; y quien se calla también. Es necesario levantar la voz y defender la dignidad de toda persona humana, también de los que queman a otras. De todos, sin excepción.

Y es necesario estar alerta ante esta ola de laicismo rampante que considera que alguien por el mero hecho de ser cristiano, en lo que coinciden muchos mulsumanes y, aunque no lo digan, todos los laicistas, deja de ser persona. ¡Cuidado con los nuevos totalitarismos, vengan de donde vengan!  Y, sobre todo, con aquellos que, supuestamente demócratas, invocan la libertad, para destruir a las personas que no piensan como ellos.

Nada hay más sagrado que la persona, cada persona y olvidarlo es olvidar lo que somos: Personas. ¿Seguiremos consintiendo lo que las imágenes nos muestran u otras tácticas más sibilinas que mandan al gulag mediático, a la persecución sistemática  y a la creación de corrientes de opinión que busquen la exclusión de la vida pública de los que no piensan como nosotros?

Recordemos a Séneca que pronunció aquella maravillosa frase, sin ser consciente de lo que realmente decía, pero seamos nosotros conscientes de lo que quiere decir: "Homo sacra res homini". ("El hombre es un ser sagrado para el hombre").

¡Amén!

(Y éste, además de plegaria, en honor, recuerdo de aquellos que han sido quemados por el mero hecho de ser cristianos).

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