"UN BEATO MÁS Y UN DIABLO MENOS"
Ese es uno de los titulares que he leído hoy en una de nuestras cadenas de televisión al dar la noticia de la muerte de Bin Laden.
No puedo menos que pensar sobre ese titular.
Un beato más. Realmente es una alegría encontrarse en este mundo con que hombres de la talla de Juan Pablo II son reconocidos como modelos a seguir y a imitar.
Juan Pablo II ha sobresalido por muchas cosas pero, de forma especial, por su reconocimiento de la dignidad de la vida humana. De toda vida humana. No se me borra de la retina la imagen del Papa polaco visitando en la cárcel a aquel que quiso asesinarle, Ali Agca. Sus palabras y sus gestos de perdón. He ahí el reconocimiento de la dignidad de toda persona, hasta del propio asesino.
Ese gesto de grandeza sobresale de manera especial ante la segunda parte del titular: "Un diablo menos". Aquel locutor que daba la noticia se "congratulaba" de la muerte de aquel "asesino". Pero, ¿es que debemos congratularnos de la muerte de alguien, aunque sea un asesino? He ahí mi pregunta.
Mi perplejidad siguió creciendo al oír a Obama no sólo dando la noticia sino diciendo que se había realizado la "ejecución" de Bin Laden. A estas manifestaciones siguieron las imágenes de las manifestaciones en Estados Unidos celebrando la "ejecución" y la de nuestros políticos apoyando dicha operación.
No puedo menos que contrastar la grandeza de Juan Pablo II y la estrechez de miras de nuestros dirigentes. ¿Dónde queda la dignidad de la persona, de toda persona? ¿Se puede alegrar uno de la muerte de alguien aunque sea un asesino?
Pienso que por ese camino vamos hacia la muerte del hombre, hacia los nuevos totalitarismos donde reina la hipocresía de hablar de Democracia, Libertad y Derechos Humanos cuando no se lucha por ellos y no se levanta la voz ante cualquier asesinato, aunque sea el de mi asesino. ¡Aunque sea el de Bin Laden!
Osama Bin Laden habrás sido un asesino pero ante todo fuiste Persona, un ser único, irrepetible e insustituible. A pesar de ser un asesino no mereciste ser asesinado. Te pido perdón por ello, por lo que de culpa tenga yo en ello. Descansa en paz y que Dios te perdone. ¡Amén!