PROFESORES Y MAESTROS (EN RECUERDO DE CRISTINA)
Rebuscando entre mis papeles he encontrado un texto que hace ya bastantes años me regaló Cristina al acabar el curso. De Cristina no he vuelto a saber pero, la verdad es que me acuerdo mucho de ella, ya que con esa percepción que todo joven auténtico tiene supo captar la gran diferencia entre el profesor y el maestro. ¡Gracias Cristina, donde estés, por animarme a ser maestro!
“Ayer me encontré a uno de mis maestros, y me extrañó que la gente
le llamase profesor, porque este nombre no le correspondía. Se lo comenté a una
amiga, y esta me tomó por tonta, porque muchas veces los tontos son los que
buscan más allá de las palabras.
Al llegar a mi
casa recordé a todos mis profesores y a todos mis maestros.
Los profesores
limitaban sus lecciones a los libros: sus datos, sus nombres; era la ley de la
clase. Los maestros querían que el alumno fuese creando su propio libro.
Los profesores
encarcelaban su materia matándola. Los maestros no dividían las clases en
historia, matemáticas... porque para ellos todas las clases pertenecían a un
mismo elemento, la vida.
Los profesores
evaluaban mediante preguntas fijas y sin sentido. Los maestros enseñan que, al
final, son los alumnos los que tienen que autoevaluarse.
Las clases de los
profesores terminan al tocar el timbre, las de los maestros empiezan en ese
momento, porque sus lecciones se practican en la vida.
Para los
profesores formas parte de su trabajo, para los maestros formas parte de su
vida.
Los profesores se
presentan como dioses incapaces de reconocer su error, los maestros aprenden de
los alumnos, ante los que, muchas veces, son ignorantes.
A los profesores,
sólo los encuentras en un aula, a los maestros los tienes siempre a tu lado”.
